Hoy solo pienso en ti, mujer,
señora querida;
tu recuerdo me llega,
traspasando la distancia;
suavemente, posándose en mi estancia.
Tu presencia se realza
y cobra vida.
Cierro mis ojos..., y aún respiro
el olor de tu fragancia.
Y oigo tu sonrisa, abierta,
tu habla despierta;
fijo a tus lúminas pupilas
radiantes, ¡exultantes!;
mi piel rozando tu piel,
el sabor de tu mejilla.
Absorto al dulce eco de tu voz
y tu boca..., tu boca presta.
Y acaricio tu pelo azabache,
noche de lujuria y vida;
enlazo mis brazos a tu talle,
¡besándote!; mientras, suena
nuestra melodía preferida.
Y escucho a tu corazón...,
fundido al mío, despertándome;
sintiendo el pecho que arde.
Tu respirar en mi semblante,
puro amor es tu seno;
fatuo fuego llameante.
Observo tu paz turbada,
y beso tu cuello frágil;
tus manos blancas..., frías,
enlazadas a las mías,
envuelven al beso ágil.
Aurora lunar en mar de plata
brilla en la madurez del alma;
luz radiante sobre bruma opaca.
Sigo pensando solo en ti, mujer.
Hoy mi aventura es conocerte,
mañana, llegar a quererte.
Pasado mañana, tal vez...
seas mi amor inmortal...,
por siempre.
Autor: Manuel Velasco Fdez. Novbre. 2.011
señora querida;
tu recuerdo me llega,
traspasando la distancia;
suavemente, posándose en mi estancia.
Tu presencia se realza
y cobra vida.
Cierro mis ojos..., y aún respiro
el olor de tu fragancia.
Y oigo tu sonrisa, abierta,
tu habla despierta;
fijo a tus lúminas pupilas
radiantes, ¡exultantes!;
mi piel rozando tu piel,
el sabor de tu mejilla.
Absorto al dulce eco de tu voz
y tu boca..., tu boca presta.
Y acaricio tu pelo azabache,
noche de lujuria y vida;
enlazo mis brazos a tu talle,
¡besándote!; mientras, suena
nuestra melodía preferida.
Y escucho a tu corazón...,
fundido al mío, despertándome;
sintiendo el pecho que arde.
Tu respirar en mi semblante,
puro amor es tu seno;
fatuo fuego llameante.
Observo tu paz turbada,
y beso tu cuello frágil;
tus manos blancas..., frías,
enlazadas a las mías,
envuelven al beso ágil.
Aurora lunar en mar de plata
brilla en la madurez del alma;
luz radiante sobre bruma opaca.
Sigo pensando solo en ti, mujer.
Hoy mi aventura es conocerte,
mañana, llegar a quererte.
Pasado mañana, tal vez...
seas mi amor inmortal...,
por siempre.
Autor: Manuel Velasco Fdez. Novbre. 2.011