domingo, 19 de febrero de 2012

EL CANDIL

La luna plateada clama
desde su carámbano frío,
rasga la noche un quejío
que al sonido negro llama.

Sierpes verdes van al aire,
y sobre gargantas de hiel
va emergiendo el duende fiel
desde el fondo de la sangre.

Luciendo bata aceitada
tiembla bailando el candil
mientras me acuerdo de tí
en esta noche estrellada.

Seis bailarinas tremolan
sacerdotisas dolientes,
la pena se hace presente
mientras la esperanza llora.

¡Ya se acerca!; ¡Ya levita!
con velón y negro manto,
desde el pozo del quebranto
¡Ay madre!, la muerte grita.


La copla huye de espanto
en pos del Guadalquivir
quedando solo de mí
fragancias de pena y nardo.

Traspasando el olivar
maíta vienen los gitanos,
ramas de olivo en las manos
y hondos ecos de cantar.

Sube la noche celeste
mordiendo sin compasión
y un recuerdo de pasión
sigue quemando el aceite.



Autor:  Manuel Velasco Fdez.   

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